"Siento un
profundo agujero en el pecho. Cómo un vacío sin fondo, que se extiende en mi
interior con oscuras extremidades por todas las partes de mi cuerpo. Se
alimenta de mis pensamientos, de pequeñas gotas que día a día se van formando
en mi mente, envenenándome a mí misma, hasta tal punto en el que me ahogo con
ellas.
Hay momentos
en el que son tan pequeñas que ni las siento, y cuando menos lo espero se
oscurecen y se vuelven ácido que me quema por dentro.
Hay días que
se torna insoportable, días que apenas puedo respirar. Me siento como un globo
a punto de explotar. Días en el que no puedo controlar mis propios pensamientos
y caigo en una profunda desesperación. Mi visión, casi siempre positiva, se
vuelve oscura y aterradora. No veo más que dolor y suciedad. En esos días me
pregunto mi existencia. Qué se supone que hago en esta vida, qué se supone que
voy a hacer con ella. Me siento minúscula e inútil.
Las lágrimas
se agolpan en mis ojos. No puedo permitir un solo parpadeo. No puedo permitir
que ninguna de ellas caiga por mis mejillas.
Sufro en
silencio. Sola, como siempre.
No tengo por
qué estar sola, pero lo estoy. Puedo estar acompañada, pero no quiero.
Reconozco que me gusta la soledad, muchas veces la deseo. Esos momentos en los
que mi única compañía soy yo misma. No tengo por qué explicar nada, ya está
todo contado.
Muchas veces
un alivio, otras una tortura.
Qué peor que
los pensamientos. Qué peor enemiga que tu propia mente. No te das cuenta de que
te está destrozando hasta que es demasiado tarde. Te hace odiar lo que te
rodea. Odiar a las personas que quieres.
Una burbuja
comienza a separarte de la realidad. Te alejas del mundo. Sientes que estás a
kilómetros a pesar de estar a unos metros. Tu familia se aleja. Tus amigos se
vuelven extraños. Haces que te odien. Haces que te odies.
Esos días en
el que el peso de tus defectos se torna imposible de soportar. Tiemblas y
finalmente caes. Te aferras a cualquier ilusión para dar algún sentido a lo que
está pasando, algún deseo, algo que te ayude a salir del infierno en el que
estás cayendo. Objetivos, que aunque sabes que no serán cumplidos, esperas con
impaciencia, pero caes en la misma rutina y vuelves a empezar.
Todo tan
perfecto, y tu el único defecto.
Soy la muñeca
abandonada en una esquina, rota, inservible.
Pero cuando
estoy en la más inmensa de las oscuridades, resplandece una pequeña luz en la
lejanía. Empieza a acercarse, me aferro a ella, quiero salir.
Entonces
junto a ella aparecen más. Son razones. Razones por las que seguir adelante,
por las que merece la pena seguir caminando, por las que no debes rendirte.
Me aferro a
ellas. Salgo de la oscuridad. Mi burbuja aterriza de nuevo. Ya no estoy tan
lejos.
Mi sonrisa ya
no es falsa. Dejo de querer estar sola. Me levanto y ando para volver a salir,
para volver a caminar y seguir hasta el final, para luchar por esas ilusiones
que hacen que todo merezca la pena.
Solo con el
deseo en mi cabeza, de no volver recaer en otro día de oscuridad."